jueves, 8 de septiembre de 2011

Abuela



Me quedo con tus sonrisas pícaras, tus caras de enojo, con tus tecitos de invierno y con tus 96 años, que eran 95 pero vos ya nos habías hecho creer a todos que eran 96. 
Me quedo con esa voz inconfundible que todos los lunes y jueves por la mañana me saludaba con un ¡buen día Pichona! ¡ hasta luego Pichona!
Me quedo con tus gritos de ¡Nahuel, camine!, con tus manos inquietas moviéndose en forma circular y con tu clásica frase cada vez que llegábamos a fines de junio “ahora los días empiezan a alargarse, un minuto a la mañana y un minuto a la noche”.
Me quedo con tantos momentos lindos que ya no encuentro más palabras para expresarlos porque son muchos, muchísimos; y ahora empiezan a entremezclarse con lágrimas. 

viernes, 14 de enero de 2011

quieromásvacaciones

Otra semana de tardes y noches como esas.

sábado, 18 de diciembre de 2010

No pensar

Me acuerdo que una amiga se escribía en la mano NO PENSAR. Yo debería hacer lo mismo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Y te llegó el día...

Un hijo de puta menos. Massera, te fuiste impune a los 85 años. Todavía quedan muchos de tus amigos acá, pero tu partida es una muy buena noticia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

"Y nos damos cuenta una vez más, que el teatro se convierte en una herramienta social cuando después de una función se acercan personas a decirnos que dudan sobre su identidad"

sábado, 23 de octubre de 2010

La dignidad del arte


Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con que. Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y la boletera. Y, sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue maravilla.
Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos

Eduardo Galeano.

sábado, 2 de octubre de 2010

Otra vez sábado y domingo

Primer sábado de octubre, sábado con gusto a domingo. Esta vez el domingo no espera al sábado y el sábado, tampoco al domingo. El sol comienza a asomar en el Vallle y el reloj de la Iglesia toca siete campanadas. La mañana está fresca y el sábado camina por las vías del tren con extrema lentitud. El domingo va por la vereda de enfrente con una caminata que se parece más a un trote. En una esquina se cruzan, pero ya no se reconocen.